Regresas de tu fantástica semana de vacaciones aunque con ganas de llamar a las cosas por su nombre.
Este año te merecías unas vacaciones “totales”, en un buen hotel, donde te limpien, te cocinen y dispongas de un variado elenco de entretenimientos que te permitan al fin desconectar mente y cuerpo de la rutina y el trabajo duro de todo el año.
Sol, piscina, alguna cervecita y copita nocturna, un buffet variado y delicioso que te invita a probar nuevas preparaciones…y todo ello sin horarios, sin prisas, sin ojear a cada minuto el reloj.
¿Pinta bien, verdad?. Pero…¿eres consciente de lo que ha ocurrido en realidad esa semana?.
Permíteme que te lo cuente…
Puesto que el resto del año has funcionado bajo el efecto de las hormonas del estrés, cuando llega el momento del descanso vacacional, tu cuerpo no precisa semejantes niveles hormonales, por lo que tarda unos días en adaptarse al nuevo ritmo de actividad, y durante al menos las primeras 48 horas de tus vacaciones, tu estado anímico decae, te sientes cansada e irritable pudiendo sentirte incluso enferma.
El cambio de hábitos alimenticios, te genera de entrada un estreñimiento que te cuesta controlar también 2 o 3 días. Y sin embargo sigues comiendo esos deliciosos platos que te seducen y aunque sabes que contienen muchas más calorías y más grasas de las que tu cuerpo está acostumbrado a ingerir, comes mayores cantidades. “total, sólo son unos días”.
¿Y el descanso?,¿ te atreverías a afirmar que duermes mejor en un colchón desconocido y una almohada ajena que en tu propia cama?, porque por mucha estrella que el hotel ostente, sus camas “no son la tuya” y tus músculos han de adaptarse como pueden a ese cambio, y protesta con contracturas y dolores musculares frecuentemente en el cuello.
Y entre la cama, la almohada y el asfixiante calor del verano (no vayamos a ponernos enfermos con el aire acondicionado, pero no abras las ventanas no vaya a ser que los mosquitos se den contigo un espléndido festín), aparece el insomnio…Y las ojeras que arrastrabas durante ese duro año de trabajo, se acentúan. Por no decir que tu irritabilidad también.
Pero no pasa nada, “se toma el sol y seguro que el bronceado las disimula”. Entonces, te pasas el día desde que amanece hasta que el sol se retira, descansando en una tumbona de la piscina y de vez dándote un baño refrescante.
“El resto del año no ves apenas ni la luz del día, y expones de pronto a tu piel a una sobredosis ultravioleta y pese a usar cremas fotoprotectoras, estas apenas alcanzan a gestionar semejante dosis solar.
Pero el bronceado es bonito ¿o no?.
Probablemente los primeros días, y eso con suerte de que lo adquieras de modo uniforme, y no en forma de manchas que hagan que tu piel parezca envejecida. Pero ¿esas rojeces que te están saliendo en los hombros y las piernas?, ¿te has quemado?, la verdad es que duelen…y pican…”
Y en efecto, te has quemado, has expuesto a tu piel a un futuro y serio problema de salud y a un presente problema estético como las manchas, la deshidratación, la piel acartonada y ha desaparecido la luz de tu rostro.
Vamos a darnos ese refrescante bañito…en la piscina del hotel…junto a decenas de personas que casi es mejor no mirarlas, pues la que no está sonándose los mocos en el agua, lleva la cara llena de pústulas acneicas a punto de reventar, o los que llevan tiritas puestas que te hacen preguntarte ¿ qué habrá debajo?.
No se trata de ser extremadamente escrupulosos, sino simplemente observadores.
Y sobre todo cuando compruebas el sospechoso color de las aguas algo turbias de la piscina. Lo mínimo que te llevarás de allí será alguna urticaria o algún eccema como signo de protesta de tu pobre piel.
Para paliar el calor y ayudarte a “desconectar”, aparecen en escena las cervecitas, los vinitos y esa copita de la noche. Que según entran en tu cuerpo van directos a tu hígado que será quien se encargue de deshacerse del alcohol. Y el pobre aún está trabajando duro por gestionar las ingentes cantidades extra de grasa que le has estado metiendo en las comidas.
El hígado: Un auténtico héroe, que hace cuanto puede por volver a reponer tu cuerpo
Final de las vacaciones
Regresas a casa, la piel más bronceada y te ves guapa. Aunque te duele la espalda, el rostro algo acartonado y deshidratado, con 2 manchitas nuevas que antes no estaban ahí, alguna picadura de mosquito exageradamente grande y dolorosa, algún eccema en el cuerpo, con el vientre hinchado de los atracones que te has dado…y la maleta llena de ropa sucia que lavar…total, con trabajo por delante para recuperar la “normalidad”.
Apenas llegas a casa, y es como si tu intestino y tu inodoro ejercieran una atracción inmediata, y de pasar del estreñimiento, pasas a una diarrea casi escandalosa.
Y si ya empezabas a “conciliarte con aquella cama ajena” ahora tu cuerpo ha de acostumbrarse de nuevo al cambio por tu propia cama, levantándote el primer día con el cuello rígido y dolorido.
Te miras al espejo y ves que el bronceado comienza a “ajarse” y en algunas zonas donde te habías quemado comienzas a pelarte…”¿tan pronto, de veras?”.
Y por si fuera poco, comienza tu rostro a llenarse de pequeños granitos…derivados del exceso de cremas, la agresión del sol, del cloro, y porque al broncearse, los queratinocitos (“células muertas”), se han acumulado en exceso en la superficie de la piel haciendo que a esta le cueste más desprenderse de la grasa y el sudor, y privándola de luminosidad.
Con temor te acercas a la báscula, intuyes que has ganado peso, por lo que sobresale tu vientre y cómo te sienta tu ropa…pero al subirte a la báscula tienes la temida confirmación ¡4 kilos en una semana!.
Y aún está por llegar lo peor, ¡La frustración!, incluso llegas a pensar que no deberías haberte ido pues no compensa en absoluto. Y en el papel de moderna Scarlett O’Hara, levantas los ojos al cielo y juras …¡el año que viene me quedo en casa!.
Pero tranquila, no te anticipes ni dejes que nada de lo ocurrido te prive del hecho de haber salido de la rutina. Recuerda los momentos inolvidables de los que has disfrutado estas vacaciones, y date unos días de tregua…
Porque ¡TENGO BUENAS NOTICIAS!
Se puede poner solución a todo esto, de un modo muy sencillo, eficaz y sorprendentemente rápido. La clave es “hacerlo enseguida”, porque como siempre digo “lo que se gana rápìdo, se pierde rápido”, salvo que dejes que la piel siga acumulando células muertas y los kilos ganados se conviertan en grasa.
Por ello, te animo a concertar ya tu cita médica para plantear un plan de acción.
El PLAN POSTVACACIONAL que Meditek ha preparado para ti:
• Un peeling con alfahidroxiácidos te ayudará a uniformizar el color y textura de tu piel al eliminar las células muertas, haciendo que esta recupere su luz, suavidad y se libere de impurezas.
• Los skinbooster con Ácido Hialurónico, devolverán la hidratación a tu piel, rellenarán pequeñas arrugas y estrías de deshidratación, ayudando a tu piel a recuperar su elasticidad y firmeza.
• Un plan de alimentación “detox” ayudará a tu cuerpo y sobre todo a tu hígado a deshacerse de esos kilos de más, a deshinchar tu vientre y recuperar tu volumen.
• Y si tus músculos siguen protestando…un buen masaje descontracturante, el indiba o la carboxiterapia, eliminarán las contracturas, la inflamación y el dolor al instante.
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